Guía práctica para convertirte en capital humano de alto valor
Y sí, el Excel puede esperar… a veces
«¿A tus padres?… ¿Por qué les llamaríamos? ¿Cuántos años tienes, querida?», 27, un cortometraje de Flóra Anna Buda
💻 Tema para hoy: Sátira académica sobre brechas de capital humano
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🎭 Publicación recomendada: Nuevamente, mi
por ser la inspiración para esta sátira🖊 Frase de la semana: El análisis crítico también es una competencia blanda, por si acaso…
La verdadera solución a las brechas es que todos seamos nuestros propios jefes. Aunque tu único empleado seas tú misma… con ansiedad.
Hola corazón 🌼
El día de hoy he dejado de procrastinar para empezar a escribir este título que tengo pensado desde el día domingo. Sé que este día no es mi habitual de actualización, pero no sé qué me pasa últimamente—si sé, pero quiero escribir que no—, simplemente no quiero hacer nada, ni aquello que me gusta; sin embargo, este tema me apasiona lo suficiente como para escribir con paciencia.
Esquivando eso, el sábado estuve en un congreso de neurología, que nada tiene que ver con esto, pero estuvo bastante entretenido y descubrí algunos artículos —los encuentras al final de este escrito—. Estando ahí me vino a la mente el día en el cual estuve como ponente en un congreso, donde no me veía como los ponentes que vi el sábado, pero me gusta fingir que fluyó bien y lo hice por la experiencia —que no repetiría—, ese día presenté mi tesis de pregrado —que tampoco me gustó— titulada «Brechas de capital humano en el sector…» , un proyecto controvertido porque me hubiera gustado que finalizara diferente, teniendo más alcance e integrando otras esferas, pero el pasado no se puede cambiar, lo que sí puedo hacer es… convertirlo en una sátira.
¿Qué tienen en común un joven sin experiencia, una madre sin red de apoyo y una profesional de 30 años que ya no califica como “junior” pero no es “senior”?
Que todas caben en la hermosa categoría de “falta de capital humano suficiente”.
Dicen que el capital humano es el recurso más valioso. Una frase preciosa, digna de una publicación con alcance de diez mil en LinkedIn. Lo curioso es que esa “valía” depende de muchos factores, y en la actualidad se vuelve más complejo de que solo “ofertar” tu conocimiento.
La historia nos muestra que este capital fue tomado en consideración por diferentes autores; en el pensamiento económico se dejó entrever en el énfasis a las capacidades de las personas y cualificación en áreas específicas, porque era lo más eficiente para el ganar/ganar, luego la teoría clásica introdujo la especialización del factor trabajo y el estudio/experiencia como un factor diferenciador, así funcionó hasta que la teoría neoclásica dijo: muchachos, ¿y si agregamos el progreso técnico como un factor? Podríamos invertir en educación, así el personal estaría capacitado continuamente1 por la tecnología.
Claro, que las condiciones en esa época eran distintas, los detalles de los empleos eran presuntamente completos, si en la primera llamada preguntabas el salario, el reclutador no te tiraba el teléfono. Con tanta presunción se decía que si el trabajador no tenía empleo era porque no aceptaba las condiciones salariales, porque obvio, la oferta y demanda era una cosa armoniosa2, el sonido de un violín.
Así, hasta que en una conferencia en la American Economic Association, se acuñó el término «Human Capital» como sinónimo de educación y formación. Si tú, persona promedio, pobre, sin palancas, quieres mejorar y aumentar3 tus posibilidades en el mercado laboral, pues debes estudiar e invertir en ti mismo, —aunque la mitad de tus ingresos se vayan en alimentos4—, búscate una beca y cuando seas mayor tendrás mucho dinero. Más o menos así:
Dicen que si inviertes en ti, el mercado te recompensará. Gary lo escribió en los 60, y hoy lo repetimos como mantra en conferencias de liderazgo con catering. Pero 60 años después, la inversión parece rendir más si eres hombre, heterosexual, sin hijos y sin interrupciones. En mi revisión, encontré que las habilidades blandas están de moda, pero las estructuras duras siguen intactas—si ignoramos ese curso de Excel y Power BI eterno—échale ganas a la actitud de servicio. Al parecer, la brecha no es de capital humano, sino de capital simbólico: no basta con capacitarse, hay que encajar.
Las empresas exigen poliglotas con dominio emocional, liderazgo transformacional, experiencia internacional y habilidad para resolver crisis existenciales en la recepción de un hotel. Todo por un salario competitivo que, traducido, significa “paga con experiencia”. Eso sí, que no falten los talleres de mindfulness y la promesa de un ambiente laboral donde “somos una familia”… disfuncional, pero familia al fin.
Dicen que si amas lo que haces, nunca trabajarás un día en tu vida… pero sí, llorarás en el baño.
La educación, salud y capacitación son inversiones individuales que aumentan nuestra productividad, y si viste el gráfico anterior, nuestros ingresos. Así, más que personas, pasamos a ser “portafolios con patas” llenos de habilidades con valor de mercado.
Gary, nuestro teórico de hoy, no omitió, pero tal vez no predijo las garras capitalistas de la actualidad, donde el mercado no siempre responde a la lógica del mérito. A veces, responde al azar. O al apellido. O al algoritmo de los ATS.
Según el informe “The Changing Wealth of Nations 20185” del Banco Mundial, el capital humano representa, en promedio, el 70% de la riqueza total en los países de altos ingresos, superando por mucho al capital natural y al capital producido. Sin embargo, en América Latina seguimos viendo cómo a más educación, mayor frustración, especialmente cuando el entorno laboral no está preparado para absorber todo ese “potencial invertido”.
Las soluciones, por supuesto, son claras: que las universidades lean la bola de cristal del mercado, adivinen las habilidades blandas y duras del futuro, y las empaquen en un pénsum actualizado cada semestre. Que los gerentes y académicos se entiendan sin traductor de por medio, y que los egresados lleguen listos, con idiomas, competencias digitales, y el espíritu resiliente de quien ha sobrevivido al sistema educativo. Como diría Becker (si lo dejáramos hablar hoy), el capital humano cotiza a la baja cuando se invierte más en ‘PowerPoint’ que en pertinencia.
Y como toda buena sátira necesita estructura, aquí te comparto mi Guía de tres pasos para navegar con elegancia en el competitivo mercado del capital humano:
1. Invierte en ti, pero no esperes retorno
Haz cursos, talleres, especializaciones. Mejora tu perfil, actualiza tu CV con fuentes modernas. Luego, prepárate para hacer eso mil veces, hasta el ATS detecte tu perfil.
2. Emprende si no te emplean
Si el mercado no te contrata, no es porque esté roto: es porque no supiste venderte bien. Así que construye una marca personal, has contenido, comparte tips en redes. Crea un negocio propio… aunque solo vendas tus horas al mismo precio de siempre. Eso sí: ponle una tipografía bonita.
3. La brecha eres tú
La brecha de capital humano, esa que Becker nos enseñó a cuantificar, ya no se mide solo en años de estudio, sino en expectativas rotas. En el contraste entre lo que prometía el título universitario y el correo que dice “te llamaremos si se abre algo”.
Así que, para finalizar, querido egresado: si no sabes usar software de gestión hotelera, hablar portugués y dirigir un equipo con liderazgo compasivo mientras reciclas con enfoque sostenible, déjame decirte que… estás obsoleto. Pero tranquilo, el algoritmo de LinkedIn te avisará si encajas algún día.
Muchas gracias por llegar hasta aquí, y como diría mi compañera de sátira
“ponle una tanga a ese cerebro”.Recomendaciones semanales
Esta semana no traigo muchos artículos, porque siento que sería pesado con las referencias bibliografías que dejo al final.
Arthur C. Brooks, experto de Harvard: "La felicidad llega cuando te concentras en lo que puedes cambiar y te rindes ante lo que no".
¿Por qué habrías de ser optimista?
Somos humanos precisamente porque somos capaces de idealizar.
Qué es la "economía del talento".
Es posible que la renovación de la literatura latinoamericana no se encuentre en mundos fantásticos y postapocalípticos.
Y como quiero volver un hábito en este nuevo formato, te dejo el tráiler de la película recomendada—con la nota de que es un cortometraje +19, cuidado—:
Eso fue todo, ¡nos leemos el próximo fin de semana! (si recupero el hábito) 👋
Cardona, M. C., Gamboa, C. A. C., Díaz, F. Z., & Alvis, C. G. (2012). Diferencias y similitudes en las teorías del crecimiento económico. Cuadernos de Investigación.
De Comercio de Bogotá, C., De las Naciones Unidas Para el Desarrollo, P., & De Bogotá, A. M., DC. (2018). Identificación y cierre de brechas de capital humano para el Clúster de Salud de Bogotá - región.
Quintero Montaño, Washington, Jesús. (2020). La formación en la teoría del capital humano: una crítica sobre el problema de agregación. Análisis económico, 35(88), 239-265.
Schultz, T.W. (1961). Investment in Human Capital. American Economic Review, 51(1), 1–17.
Lange, G. M., Wodon, Q., & Carey, K. (2018). The changing wealth of nations 2018: Building a sustainable future. World Bank Publications.